»La clave para llegar mejor a las empresas, es desarrollar conocimiento y tecnología diferentes» Entrevista A. Corma, investigador ITQ
»La clave para llegar mejor a las empresas es desarrollar conocimiento y tecnología diferentes que mejoren los procesos o introduzcan otros nuevos».
Entrevista por Rocío P. Benavente / DIVULGA
Avelino Corma (Moncofar, Castellón, 1951) recibió la Medalla de Oro de la década a la Investigación e Innovación en Química en 2011, precisamente el año que la ONU dedicó a esta especialidad. No en vano, se trata del científico español más citado en la literatura científica y uno de los sesenta químicos más mencionados del mundo. Ha publicado más de setecientos artículos en revistas científicas internacionales y ha escrito tres libros. Además de ser una autoridad reconocida en el mundo de la investigación, Avelino Corma ha logrado convertirse en una referencia en el traspaso del conocimiento académico hacia el sector industrial, ya que sus trabajos sobre el desarrollo molecular de catalizadores más eficaces y sostenibles para el refino de hidrocarburos y para extraer derivados de la biomasa han dado como resultado más de cien patentes, una decena de ellas bajo explotación empresarial.
Usted es químico, pero forma parte de la Real Academia de Ingeniería. ¿Qué relación hay entre la química y la ingeniería?
R.- La química y la ingeniería química están muy interrelacionadas. Lo que se pretende con la química, y sobre todo con la investigación en química, es profundizar en el conocimiento de las reacciones y sus mecanismos, mientras que la ingeniería está orientada a cómo sacar provecho de ese conocimiento para poderlo aplicar y a su vez desarrollar procesos industriales.
¿Qué papel juega la llamada ‘química verde’ dentro de la ingeniería química?
R.- La química verde está muy integrada en todos los aspectos de la ingeniería química. Por un lado, buscamos disminuir el número de etapas en los procesos, lo que se denomina intensificación, para evitar procesos costosos de separación y purificaciones intermedias. Imagina, por ejemplo, que para ir del reactivo A al producto D tenemos que pasar por intermedios de reacción B y C. La idea es pasar en un solo proceso de A a D, lo que supone ahorros energéticos importantes. Por otro lado, queremos reducir la generación de subproductos: cuantos menos subproductos generemos, menos residuos tendremos luego que eliminar.
Hace muy pocos años que existe el concepto de ‘química verde’ y, sin embargo, parece que ha cambiado la filosofía con la que se trabaja en la ingeniería química…
R.- Lo que se busca por supuesto son procesos más seguros, que utilicen materias primas no peligrosas y que tengan lugar en condiciones lo más suaves posible. Por ejemplo, que en lugar de funcionar a 150 bares de presión, funcionen a 30 bares de presión, o que en lugar de utilizar ácido sulfúrico como catalizador, y estamos hablando de toneladas de ácido sulfúrico, utilicen un catalizador sólido. Estos cambios supondrían mejorar el medio ambiente, el aprovechamiento de la energía, etc. Ahora se habla de la huella del CO2, es decir que de cada producto que se genera se calcula cuál sería la cantidad de CO2 equivalente que se habría emitido durante el proceso de fabricación. El objetivo es buscar procesos que minimicen esa cantidad equivalente de CO2.
Esa huella de CO2, ¿se traduce en términos económicos?
R.- Por supuesto, existen unos cánones por emisiones. Cada país tiene una cantidad máxima de emisiones asignada y si pasa de ahí, tiene que pagar. Si llevamos a cabo procesos para obtener los productos que necesitamos que minimicen la cantidad de CO2 equivalente, todo eso tiene una repercusión no solo en el medio ambiente, sino también una repercusión económica.
¿Usted cree que el Año de la Química celebrado en 2011 ha contribuido a hacer a la sociedad un poco más consciente del trabajo y los aportes de la química?
R.- Creo que sí, pero depende del grado de información de la gente. Hay personas que no se informan mucho, y su opinión no habrá cambiado. Pero la gente que sí ha estado atenta ha recibido mucha información en la que se le muestra que la química es nuestra vida, que era el lema de este año: queríamos demostrar que la química nos permite que tengamos el nivel de vida que tenemos, la salud que tenemos y la capacidad de alimentarnos y de vivir mejor, y también que la química está haciendo grandes esfuerzos para mejorar, para eliminar potenciales residuos. Creo que estos mensajes sí han llegado.
¿Se plantean continuar esta labor?
R.- Sin duda, y eso es algo que cada uno tenemos que hacer a nuestro nivel: desde los medios de comunicación, pasando el mensaje de que las cosas se intentan hacer bien y que cuando alguien no lo hace bien tiene que pagar por ello porque está cometiendo un crimen, a los profesores en primaria y secundaria, que tienen que hacer lo mismo, y también nosotros en la Universidad.
¿Ha cambiado la forma de enseñar química en la Universidad en los últimos años?
R.- Sí, claro. Yo creo que el nivel de la química en España, que siempre ha sido bueno, ahora es mejor. A nivel internacional, cada vez hay más investigadores de mayor nivel en química en España. Y todas las enseñanzas que los investigadores van aprendiendo y utilizando en los laboratorios, en cierta manera se transmiten en sus clases. No es una casualidad que en Harvard o en el MIT tengan a los mejores profesores y a su vez tengan a los mejores alumnos. Si nosotros tenemos buenos profesores y buenos investigadores, después estos serán capaces de transmitir esos conocimientos a sus alumnos.
¿Cuáles son las perspectivas profesionales para un joven químico o ingeniero químico?
R.- Lo que nosotros estamos transmitiendo, y así se lo digo a mis alumnos, es una formación global, o por lo menos es lo que debería ser. Tienen que estar preparados no solo para trabajar en una especialidad muy concreta, como ingeniería de procesos, o química orgánica. La formación debe ser más amplia y ellos también tienen que contribuir fuertemente con lo que se denomina autoformación. Así estarán preparados para atacar distintos problemas y para trabajar en distintos puestos. En mi opinión están cada vez mejor preparados y nos encontramos ingenieros químicos y químicos trabajando en distintos aspectos dentro de las industrias, no solo dentro del laboratorio o dentro de la planta.
¿Las empresas demandan este tipo de licenciados?
R.- En este momento las empresas no están muy boyantes, pero en general han tenido buena salida. El diez por ciento de los mejores alumnos no tienen ningún problema para colocarse. Después hay otro porcentaje que pelea y se coloca. Y luego hay otro porcentaje, los que han hecho la carrera no tan bien, que les cuesta un poco más. Al final, de lo que se trata es de estar en ese diez por ciento, o por lo menos estar en el treinta por ciento. Eso requiere esfuerzo, y es el mensaje que debemos transmitirles: ese diez por ciento de los mejores alumnos no son necesariamente los más inteligentes, pero sí son los que se esfuerzan más. La inteligencia es genética, no depende de uno, el esfuerzo sí.
¿En qué está basado su trabajo de investigación?
R.- Es algo bastante sencillo. En las reacciones químicas, lo que desearíamos es que la reacción solo produjese el producto que nosotros queremos y que no hubiera ningún subproducto. Normalmente eso no sucede: uno obtiene lo que desea, pero obtiene también otros subproductos. Bien, pues a lo que nosotros nos dedicamos es a diseñar catalizadores, materiales capaces de aumentar la velocidad de la reacción, con lo cual al final obtienes el producto que deseas con mucha mayor selectividad. Eso significa aprovechar mejor las materias primas y generar una menor cantidad de residuo. Y lo siguiente es, cuando generamos algún residuo, ver cómo podríamos transformar este residuo en un producto de interés y, si no es posible, en productos inertes, que no sean dañinos para el medio.
¿Cómo es la relación entre su investigación y el mundo de la empresa?
R.- Nosotros tenemos muchos contactos con las empresas. Hacemos una investigación fundamental al tratar de entender los fenómenos con la máxima profundidad y a nivel molecular, pero al mismo tiempo siempre tratamos de plantearnos problemas que, en caso de solucionarlos, tendrían una clara implicación industrial. Con lo cual, cuando publicamos nuestros trabajos, que son más bien fundamentales pero que dan respuesta a preguntas que interesan a los industriales, ellos mismos nos contactan.
¿Eso es algo habitual en los grupos de investigación españoles?
R.- No es frecuente. Hay pocos grupos con los que contacten empresas de todo el mundo basándose en lo que leen, y también hay pocos grupos que desarrollen tecnología hasta tal punto que la patenten y la licencian a empresas de todo el mundo. Pero yo creo que esto va mejorando: cada vez hay más grupos en España, en química y en ingeniería química, que hacen desarrollos con mayor proyección industrial.
Desde su experiencia, ¿cuáles serían las claves para mejorar ese proceso de transferencia? ¿Cómo podemos llegar mejor a las empresas?
R.- Desarrollar conocimiento y tecnología diferente, original y que claramente mejore la existente o introduzca nuevos procesos. Es cierto que hay muchos estudios en España en química y en ingeniería química que son más fundamentales, generan conocimiento. Eso está bien, pero si una empresa internacional tiene un centro de investigación, sus investigadores leerán esos trabajos y sacarán de ahí lo que necesiten para mejorar sus propios trabajos.
Entonces, es una cuestión tanto de las empresas como de los investigadores, ¿no?
R.- Por supuesto. Nosotros debemos aproximarnos más hacia sus problemas y tener más contacto con el mundo empresarial, y las empresas deben tener grupos formados en investigación. Esto es aplicable a las empresas medianas y grandes capaces de aprovechar el conocimiento, no solo porque esos investigadores vayan a solucionarles un problema, sino porque quieran desarrollar sus innovaciones y mejoras. Lo que no pueden esperar los empresarios es llegar a la Universidad y pedir a los investigadores que les solucionen un problema que ya está solucionado en el resto del mundo. El investigador no está para esto, está para temas nuevos, para ir más allá de lo que ya existe.
¿Qué opina de que la I+D+i haya quedado englobada dentro del Ministerio de Economía y Competitividad? ¿Qué relación tiene la mejora en la investigación con el desarrollo económico de nuestro país?
R.- Me preocupa, yo creo que la enseñanza superior en la Universidad y la investigación tienen que estar muy unidas. Me preocupa también que veamos la investigación desde un punto de vista solamente económico o economicista, es decir, medir el rendimiento en euros, porque sería peligroso que los investigadores se pongan a resolver los problemas inmediatos que tienen ahora las empresas que no tienen equipos de investigación, que quizá ya están solucionados pero que dan beneficios. La investigación está para generar conocimiento y, a través de ese conocimiento, generar nueva tecnología. Pero la primera parte es absolutamente necesaria, sin la primera no existe la segunda.
Referencia: http://www.fq.profes.net/apieaula2.asp?id_contenido=62493